La profesora Emily M. Bender tiene una misión: quiere que sepamos que la aparente maravilla de ChatGPT es más bien un loro. No un loro cualquiera, sino un “loro estocástico”. “Estocástico” significa que escoge las combinaciones de palabras según un cálculo de probabilidades, pero no entiende nada de lo que dice. Es difícil conversar con ChatGPT o con Bing y ser consciente de que es un loro y solo un loro. Pero para Bender de esa conciencia dependen muchas cosas malas: “Estamos en un momento frágil”, dice. Y advierte: “Estamos interactuando con una tecnología nueva y el mundo entero necesita equilibrar rápido su alfabetización para saber cómo tratar bien con ella”. Su mensaje, en resumen, es: por favor, es una máquina que hace muy bien una cosa, pero nada más.
Esta profesora de lingüística computacional advierte sobre los peligros de exagerar la “magia” de unos modelos de inteligencia artificial con muchas limitaciones